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Crónicas del año cero: La Pensión (2)

Publicado: 2010-04-18

Y seguimos con los vecinos. Al costado de Mohamed se alojaba el uruguayo Phillipe, remachador de correas como ninguno otro, asolapado levantador de ruflas de discotecas de barrio y perpetuo amigo del peluquitas chileno conocido como La Chileno, por sirios y troyanos y "boggianos", con quien compartía la sed de sed de chicas modestas y national geographicables, y tú me entiendes porque yo los comprendo y porque yo soy así un poco también, y bueno. Cada fin de semana en su cuarto las mesas de noche bailan y alguien se jaranea entre nubes de cerveza y al Mohamed ya lo tenían hinchado pues compadre porque el Mohamed no la veía pues, o sea no la veía ni la vería, y no me detendré en las pequeñeces de detalles anatómicos y estéticos, es un todo, un paquete completo, entonces el Mohamed que volaba cometa disciplinadamente cada día a las 9:30 pm de la noche, con las luces apagadas (pero con velitas, era un romántico), se ponía loco de saber que al ladito nomás el uruguasho se estaba fifando algo (sí, algo), porque en época de conflicto todos queríamos ir a Beirut, entonces el Mohamed se extraviaba y no sabía si detenerse o echarle lustres a esa imaginación literaria de puente de los suspiros y clos de pirque de a sol - con su chaleco incaico y su cajetilla inca con sorpresa- , entonces o se unía y su alma entraba en esa covacha donde se revolcaban dos sudamericanos, o su alma se salía de escena y descansaba de tanto barullo emocional, y pensaba en cualquiera de las vecinas que lo atormentaban (habían muchas y muy bonitas), entre ellas la defensora de los derechos inhumanos, Estela Ponce Pexoto.

Phillipe se presentaba como un conocedor del deporte rey, un sabelotodo capaz de almacenar en su memoria-RAM tal cantidad de datos y estadísticas y anécdotas que nadie podría osar retarlo con fechas, rankings, goleadores, resultados, y un largo etcétera de memorabilia futbolera de vieja escuela, pasados por El Gráfico, Goles y temporadas de impronta en los estadios con asientos de madera y  aire seco y frío del oriente intermedio, o sea Uruguay. Pero un día se vino a Perú y se dijo que sería el mejor hacedor de correas, y así fue. Fue el mejor hacedor de correas de la cuadra. Ese título se lo ganó a punta de correas, y de correazos, de cuando en cuando. De lunes a viernes su rutina era inglesa, se levantaba y saludaba a La Chileno de un piso a otro con frases como "Chileno, quiero tu pajarraco" a lo que La Chileno respondía "Soy toda tuya uruguasho", y así venían los días y se iban, menos mal. Yo, que vivía en la pensión gemela, a veces visitaba a Fernie, cuyo cuartucho daba exactamente al frente del cuarto de Phillipe, allí me ganaba con sus extravíos y su compulsión por levantar lo inimaginable, lo nunca antes visto, como diría el hijo del memorable Rospulgoso: "Horrorosas". Pero quizás el veía distinto, su espíritu no estaba contaminado, era un noble y un visionario, un santo de las discotecas del Cercado, entre correas desperdigadas enarbolaba la bandera del club de los aguantados, levanta no más, agarra lo que puedas hermano porque el mundo se va a acabar y no hay mujer fea, lo que falta es aguarrás y la oscuridad de tu cuarto en la azotea y una almohada que nunca debe faltar, eso sí, y ustedes me entienden.

Pero Mohamed paga los platos rotos pues, porque él es el ultimo mahometano virgen, no levanta ni las cejas, mira y busca y rebusca, prueba y retrocede, avanza un paso y retrocede a la Antártida, no nació para eso, no entendió de qué iba la cosa, porque ha pasado ya el último tranvía, el ultimo tranvía, el últimto tran-vía: el último tran-vía.  Y las golondrinas no volverán porque las chicas sólo quieren divertirse, y para eso estamos acá. Phillipe sueña con correas y con agarrar a correazos a sus presas, que disfrutan del calor del cuero nuevo sobre sus lánguidas humanidades, y el mundo es así, no lo he inventado yo, oh oh oh. Es cálido, toma mate, habla lento y respira espaciado como queriendo que el tiempo se detenga en una noche de brisa campestre bajo un árbol arqueado y cebando un mate eterno. Pero en esa cuadra el tiempo pasa raudo y veloz, dulce y veloz, y la sangre hierve en las esquinas. Hay mucha acción bajo las sábanas así que agarrate que allí voy a por ustedes, que son muchas y valientes, mientras Phillipe regala besos a seres espectrales pero guarda su último beso doltoniano a La Chileno, que lo espera resaqueado los domingos muy temprano con su diario EL Comercio en la mano (El Dec-ano) y lo espera en bata de seda y con muchas ganas de sentir que tan fuertes y duras son las correas de Phillipe, su amigo uruguasho... Y me reporto desde el nuevo siglo, desde el año cero, desde aquí, su noticiero preferido...


Escrito por

Batmacumba

Batmacumba a secas


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Batmacumba

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